El Calado Canario es reconocido como uno de los trabajos más delicados y complicados de la artesanía canaria. La confección de los calados se realizó dentro de la unidad de producción familiar, al menos hasta 1891, año en que comienza a organizarse bajo el esquema de explotación estilo madeirense. Ya en 1901, el éxito productor y el auge en la demanda externa, benefician la apertura de la primera casa exportadora de calados insular. El principal centro receptor en esos momentos fue Londres, que además tenía el monopolio en el abastecimiento de las materias primas para la industria.

El Calado Canario se ha mantenido vivo por generaciones, pasando de madres e hijas los conocimientos de dicho arte. Normalmente las caladoras, debido a la complejidad del trabajo, empiezan a aprender desde temprana edad, de esta forma, el aprendizaje es mucho más fácil. Estos trabajos eran realizados por caladoras del ámbito rural, ya que la producción era más barata.

El Ayuntamiento de Gáldar, a través de la Fundación Canaria ‘Ciudad de Gáldar’ mantiene activo un taller en el que se enseña el oficio a nuevas generaciones.

Conoce la historia de este oficio artesano

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